Es uno de los cafés más escondidos en el corazón de la capital checa. Si buscamos bien, lo encontraremos en un patio interior, entre las callles Spálená y Opatovická. Estaremos en pasajes sombríos, para luego encontrarnos frente a frente con un pequeño patio que parece salido directamente de una película posmoderna. Sin duda alguna, lo más pintoresco son sus arcos pseudoantiguos, coronados unos cuantos pisos más arriba por una terraza del mismo estilo. Y justo al frente, bajo una terraza, un porche adornado (porque claro, cómo más sería) con columnas supuestamente barrocas y el café Super Tramp.
Dicen las malas lenguas que es un café hípster... La música, procedente de un disco de vinilo, sale de un gramófono; todo lo que nos rodea es exquisitamente decadente, desgastado, gris oscuro, aunque al mismo tiempo lleno de vida. Los arbustos que ha sembrado el viento y que emergen por todas partes, a través de las fisuras de los muros y, sobre todo, de las canales oxidadas, le dan una nota de optimismo al establecimiento. Así no estemos yendo por un café y algo dulce para acompañarlo, pasemos por allí para llenarnos un poco con la atmósfera de esta otra dimensión. Hay algo que va más allá de nosotros, pero ¿qué es?