El Sansho puede desconcertar un poco a aquellos acostumbrados a los lugares distinguidos, a las mesas puestas con elegancia y a los largos manteles blancos. Y es que aquí los clientes se sientan en largas mesas comunes y el ambiente es de lo más informal.
El menú está dedicado sobre todo a las cocinas asiáticas, pero el chef, Paul Day, se esfuerza por emplear siempre que puede ingredientes de productores locales. La carne es el producto estrella del Sansho: aquí se trabaja con todo el animal, “desde el morro hasta la cola”, se cocina el despiece completo. Por ello, aparecen combinaciones checo-asiáticas inesperadas, como la sandía con panceta de Přeštice, el rodaballo al vapor con caldo de manitas de cerdo, la panceta de Přeštice con ostras o la oca con pulpa de fruta del pan.
El Sansho es un lugar excepcional también por el hombre que gobierna sus fogones, asociando su creatividad con una larga experiencia de charcutero y de cocinero. Así pues, sus creaciones no son resultado de experimentos realizados al azar, sino que han sido meditadas con detenimiento para que deleiten por igual al gourmet más exigente y al comilón más entusiasta.