El palacio Salm, reformado hace relativamente poco tiempo, está situado en la plaza Hradčanské y es contiguo al palacio Schwarzenberg. Por ello, es natural que sea la continuación de las colecciones de obras barrocas checas y reúna obras checas, austriacas y alemanas del siglo XIX. La arquitectura clásica del palacio parece haber sido creada a medida para estas colecciones. Por otra parte, los interiores, destinados en su origen a uso residencial, se combinan en perfecta armonía con las obras expuestas.
Nada más entrar, el visitante queda cautivado por las telas de Antonín Machek, pintor histórico y retratista de František Tkadlík, primer director checo de la Academia de Bellas Artes de Praga, o Josef Navrátil, paisajista y autor de frescos. También abundan las obras de la familia Mánes: las de Antonín, las de Quido, pero en especial las de Josef, el más célebre y uno de los mayores representantes del Romanticismo checo. Las colecciones presentan toda la extensión de su obra. Desde los paisajes hasta las escenas de género, pasando por los retratos, entre los cuales cabe destacar una Josefina en ocasiones denominada la Mona Lisa de la pintura checa. Los paisajistas están representados, entre otros, por Adolf Kosárek o Bedřich Havránek, cuyas telas aúnan un contenido romántico con una concepción realista de la pintura. Entre los pintores históricos, citemos la personalidad singular de Jaroslav Čermák, cuyas frecuentes estancias en el extranjero fueron igualmente fuente de inspiración para escenas orientalistas situadas en Turquía o en Montenegro. La escultura del siglo XIX también está presente, con obras de Václav Parchner o Václav Levý, entre otros.
El arte alemán y austriaco esté representado por Caspar David Friedrich (El Mar del Norte al claro de luna), Christian Morgenstern o Carl Rottmann. La planta baja del palacio alberga exposiciones temporales.
