“Parecía como si no pensara más que en la música…”
Cuando una personalidad como la del compositor Antonín Dvořák (1841–1904) se encuentra asociada con el nombre de uno de los arquitectos barrocos más destacados de Bohemia, sabemos que podemos esperar un espectáculo excepcional… Así es. En la barroca villa Amerika, realizada por Kilian Ignace Dientzenhofer a principios del siglo XVIII, se encuentra la exposición Los Viajes de Antonín Dvořák, organizada por el Museo Nacional. La residencia está rodeada por un magnífico jardín decorado con estatuas procedentes de los talleres barrocos del escultor Matthias Braun. El techo de la primera planta está decorado con frescos que representan escenas de la mitología.
El nombre de la exposición evoca los viajes realizados por el compositor checo, que lo llevaron lejos de su Nelahozeves natal por toda Europa y hasta América. Además, gracias a esos viajes, Dvořák se hizo célebre en el mundo entero y es hoy el compositor checo más interpretado en el extranjero.
Gracias a una escenografía moderna, podremos viajar con Dvořák y descubrir las circunstancias en las que nacieron sus obras más conocidas, como la Sinfonía nº 9, llamada del Nuevo Mundo, Rusalka o Armida. Mediante fragmentos de manuscritos, cartas, partituras, fotografía o efectos personales del músico, entramos en la vida misma de Dvořák, en su obra, sus actividades de concertista y su trabajo pedagógico. La exposición incorpora también el mobiliario de su despacho, así como el violín, piano, reloj, pluma y gafas del maestro.
Por encima de su escritorio está expuesto un retrato de Beethoven, procedente de la vivienda del compositor en la calle Žitná. La primera planta alberga un muro multimedia donde se puede escuchar una gran cantidad de obras en las interpretaciones más diversas.
Por último, el museo es también un gran centro de investigación sobre Dvořák, de modo que no solo atrae a visitantes, sino a especialistas llegados del mundo entero.