Al entrar en este restaurante, en las inmediaciones de la iglesia de Nuestra Señora de Loreto, el visitante se ve envuelto en la Historia, empezando por los muros, que han visto pasar el Barroco praguense y algunos de ellos han conocido los tiempos góticos.
Sin embargo, la cocina es moderna: el menú presenta una combinación de platos thais, vietnamitas, chinos y tibetanos. Más de la mitad de la carta es vegetariana: la mayor parte consiste en fideos o arroz preparados de diversas maneras. En el Malý buddha (el Pequeño Buda), saben cómo preparar platos vegetarianos que harán las delicias incluso de los aficionados a la carne. Y es que aquí, “sin carne” no significa minúsculo ni de régimen. Aquellos que no sepan qué escoger de la parte vegetariana del menú, pueden pedir una selección de los mejores platos. También existe una variante igual con carne. El Malý buddha es un lugar agradable y cómodo, no solo por sus interiores, sino también por la calidad del servicio. Es uno de esos sitios en los que nos olvidamos totalmente de la hora que es y donde nos dejamos llevar por la magia del instante, en una aventura gastronómica. Para salir de este sueño, nada mejor que un café vietnamita bien cargado con leche condensada.