La ciudad de Karlín, primer suburbio de Praga, fue fundada hace dos siglos, en 1817. Su nombre alemán original, Karolinenthal (valle de Carolina), evocando poéticamente a la esposa del Emperador Francisco I de Austria, a la que la nueva ciudad rendía un homenaje simbólico. Aunque Karlín fue edificado en una zona despoblada, es posible encontrar vestigios más antiguos: el edificio de los Inválidos de Praga, construido en la primera mitad del siglo XVIII, está en la linde del barrio. Es evidente que su diseño se inspira en el famoso hotel de los Inválidos de París, pero su concepción, obra del excelente arquitecto Kilian Ignace Dientzenhofer, es totalmente particular y monumental: el edificio conservado hoy en día no constituye más que la novena parte del proyecto inicial, el cual debía superar en tamaño a su modelo parisino.
Las calles de la nueva ciudad de Karlín forman una cuadrícula, cuyo trazado rectilíneo concuerda perfectamente con el espíritu racionalista de la época. Fue precisamente entre Karlín y el Moldava donde se fundó el primer puerto de Praga, que comunica a la ciudad con el Elba y, por consiguiente, con el Mar del Norte. En el centro del barrio se encuentra una amplia plaza dominada por la basílica de San Cirilo y San Metodio, de estilo historicista. En los siglos XIX y XX se creó una gran cantidad de fábricas, algunas de las cuales albergan hoy en día oficinas o centros culturales alternativos. A principios del siglo XX, Karlín se agrandó con un nuevo barrio, cuyos edificios suntuosos Art Nouveau se caracterizan por una admirable uniformidad de estilo. En los años 60, se construyó un barrio junto al edificio de los Inválidos, del cual tomó el nombre (Invalidovna). Es uno de los ejemplos más puros de urbanismo praguense durante el periodo de posguerra.
Principales monumentos:
El monumento más antiguo de Karlín es el edificio monumental de los Inválidos, que solo representa una parte del proyecto inicial. Entre las edificaciones, son de destacar las estructuras neoclásicas conservadas (como, por ejemplo, la casa de la ciudad de Hamburgo, en la plaza Karlínské), cuya voluntaria sencillez recuerda los conceptos de las Luces, a finales del siglo XVIII. Es también admirable la iglesia de San Cirilo y San Metodio, de estilo neorrománico, cuya magnífica decoración interior ha podido conservarse. Por último, el barrio Art Nouveau bien vale una visita. Se extiende alrededor de la plaza Lyčkovo, flanqueada por una escuela cuya arquitectura se inspira claramente en los palacios del siglo XVI.