Una perla barroca engarzada en el barrio de Malá Strana...
Es difícil no ver la iglesia de San Nicolás: su cúpula domina todo el barrio de Malá Strana y su fachada se alza como las olas de una mar arbolada. El antepasado de la edificación actual era una iglesia parroquial gótica destinada a los burgueses y a los comerciantes del barrio. Sin embargo, en el siglo XVII fue adquirida por los Jesuitas, que decidieron edificar en las inmediaciones su “casa de profesión”, es decir, un centro de formación de misioneros destinados a países lejanos. La arquitectura del nuevo edificio es austera voluntariamente, ya que Roma amonestó en aquel entonces a los Jesuitas por la opulencia excesiva de su colegio del Klementinum.
La forma actual de la iglesia de San Nicolás de Malá Strana data de la primera mitad del siglo XVIII. Sus arquitectos son los Dientzenhofer, padre e hijo, que en sus tiempos eran unos de los más importantes de Europa Central. La construcción fue iniciada por Kryštof, que concibió las tres naves de la iglesia y de la fachada ya mencionada. El principio esencial elegido por Kryštof en su trabajo es un movimiento dinámico, fenómeno que observamos no solo en esta fachada, llena de ondulaciones, sino también en el interior del edificio, donde las distintas partes se unen en una sinfonía arquitectónica.
En cuanto a Kilián Ignác Dientzenhofer, hijo de Kryštof, hizo construir la gran cúpula y el campanario destinado a sustituir el de la iglesia original. Este campanario se convirtió pronto en una construcción clave del barrio: en él se apostaban los guardias encargados de detectar cualquier posible incendio. Al ser la ciudad de Praga el propietario del campanario, exigió que este estuviera situado en la esquina que tenía la mejor visibilidad y que tuviera la misma altura que la cúpula de la iglesia. Esta batalla que opuso a los Jesuitas y al municipio dio como resultado un singular diálogo arquitectónico entre la cúpula y el campanario, que cambia de tono según el lugar desde el que sean observados.
El interior de San Nicolás forma parte de los interiores barrocos más impresionantes de Praga. Las naves están dominadas por frescos grandiosos de Jan Lukáš Kracker. La parte situada bajo la cúpula alberga estatuas monumentales de František Ignác Platzer. Las tribunas situadas en las naves laterales, que ofrecen unas vistas incomparables sobre los detalles de la ornamentación y el conjunto de la iglesia, se merecen un alto. El culmen de la visita es, sin duda, el ciclo increíble de la Pasión, de Karel Škréta, que en esta obra de madurez recurrió a toda su experiencia adquirida en la primera mitad del siglo XVII, especialmente durante su formación en Roma.