¿Un cerro que se extiende por la orilla izquierda del Moldava, con una mini Torre Eiffel en lo alto? Es Petřín. Y el 1 de mayo, en concreto, es el lugar de peregrinación de todos los enamorados. Las parejas acuden para ver la estatua del poeta romántico checo Karel Hynek Mácha, aunque también para disfrutar los abundantes jardines, vergeles y recovecos ocultos, auténticas incitaciones al beso furtivo…
Petřín reúne una cantidad incalculables de tesoros históricos y artísticos. Entre los más visibles figura la torre panorámica de Petřín, ya mencionada. Cuando el horizonte está bien despejado, se dice que las vistas llegan hasta el monte Sněžka, la montaña más alta de la República Checa, en la sierra de Krkonoše.
Si miramos la colina de Petřín desde abajo, nos llamará sin duda la atención la construcción vertical que discurre entre los árboles: se trata del muro del hambre, levantado en tiempos de Carlos IV, para proteger el barrio de Malá Strana. Sin embargo, su nombre no significa nada tan terrible como parece. Procede de la leyenda conforme a la cual el soberano mandó llamar a los pobres para construirlo, con el fin de protegerlos frente a la hambruna.
El alto del cerro de Petřín está ocupado por un conjunto de parques y jardines que se encuentran de manera esporádica y por los que es posible deambular sin fin. Citemos por ejemplo el jardín Kinský, la rosaleda, el jardín de las plantas, los jardines Lobkowicz, Schönborn, del Seminario, de Strahov, etc. Allí se ocultan numerosas esculturas, fuentes, lápidas…; también hay iglesias, un pabellón de verano, un laberinto de espejos, un planetario e incluso, en las inmediaciones del cerro, el Monasterio de Strahov.
Resumiendo: Petřín es un lugar magnífico para reposar, relajarse y recrearse.
Para subir con más facilidad, lo mejor es utilizar el funicular, que sale de Újezd. A mitad del trayecto, aproximadamente, es posible bajarse en la estación intermedia y tomar algo en el restaurante Nebozízek.