Hay lugares en los que uno no sabe por dónde empezar a mirar: ¿por los frescos de los techos neorrenacentistas con curvas y colores muy llamativos o por los mostradores repletos de bizcochos bien esponjosos, croissants dorados y deliciosos strudels?
Esto es lo que pasa en el Savoy, uno de los lugares con más encanto de Praga, a la hora del desayuno. Las amplias dimensiones del Savoy, situado en la linde de los barrios de Malá Strana y Smíchov, datan de una época en la que Praga era una de las metrópolis europeas con mayor número de cafés. Aquí encontramos una gran variedad de desayunos, en especial con mantequilla tradicional, mermeladas caseras, jamón y pan de pequeños productores y huevos de granja. Estos últimos los encontraremos en el menú en forma de tortilla ligera, fritos o revueltos de distintas formas.
Para el resto de comidas del día, citemos sobre todo el menú gourmet, cuyo culmen es con toda seguridad el conejo a la mostaza, sin olvidarnos de los caracoles al vino con polenta trufada o el jabalí con setas acompañado de col y de patacas. Por último, la carta de vinos es totalmente acertada.